domingo, 14 de diciembre de 2014

La ética protestante y el espíritu del capitalismo

Resumen del libro,de Max Weber.
La ética protestante y el "espíritu" del capitalismo (Die protestantische Ethik und der 'Geist' des Kapitalismus) es un libro escrito por Max Weber, un economista y sociólogo alemán, entre 1904 y 1905, como una serie deensayos. Más tarde se publicó como libro. No obstante, fue publicado desde 1905 en la revista Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik.
Este libro no debe verse como un estudio detallado del protestantismo, sino, por un lado, como un estudio de la significación del modo de vida protestante para la cultura y en especial de cómo influyó en la constitución del espíritu capitalista. Por otro lado, como una introducción a trabajos posteriores en los que desarrolla más profundamente temas sólo esbozados en este libro o presentados en él como programa. Cuando se refiere al protestantismo, hace hincapié (explícitamente) en una rama de él: el calvinismo, por ser la tendencia que Weber considera más influyente para el modo de vida y la moral burguesas. No obstante, trata con extensión de muchas otras corrientes (luteranismo, pietismo, metodismo, las sectas baptistas, y varios subtipos dentro de cada una) tanto en sí mismas como en sus semejanzas y diferencias con el calvinismo. Define el espíritu del capitalismo como aquellos hábitos e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico según una maximización del rendimiento y una minimización de todo gasto innecesario. Este espíritu nació bajo una forma religiosa, según la cual se considera el éxito como marca de la elección divina y glorificación a Dios, pero luego fue progresivamente desprendiéndose de esa motivación religiosa en un continuo proceso de secularización.
Weber no se coloca en las antípodas de Marx (al modo de Durkheim) sino que acepta la importante influencia que la economía tiene para la cultura y para la religión.1 Lo que critica duramente es el unilateralismo de reducir lo social a causas económicas, tanto como el opuesto de reducirlo a causas espirituales.2 Su posición frente almaterialismo histórico de Marx, así como de su opuesto el historicismo espiritualista cultural de Sombart,3 fue no sólo el rechazo declarado de ambos historicismos en tanto tales, sino también de la utilización de la materia y espíritu como agentes subordinantes y subordinados en el orden que fuera. También rechazó la reducción del materialismo a una periodización de la historia científico-tecnológica en períodos vinculados a específicos modos de producción necesarios para su desarrollo.
Las categorías metodológicas de lo material y lo espiritual como las entendía Marx se hallan en Weber no sólo intercomunicadas bidireccionalmente en vez de unidireccionalmente, sino que además poseen múltiples desarrollos independientes y ninguno es reductible epifenoménicamente al otro. Frente a incorrectas interpretaciones de su obra debió aclarar que en ningún caso pretendió con esta reemplazar "una interpretación causal, unilateralmente materialista de la cultura y de la historia, por otra espiritualista igualmente unilateral. Ambas son igualmente posibles. Pero con ambas se haría el mismo flaco servicio a la verdad histórica si se pretendiera con ellas, no iniciar la investigación, sino darla por concluida".4 Se trata más bien de estudiar las innumerables influencias recíprocas entre los múltiples aspectos y factores de la sociedad, es decir que, por ejemplo, en lo que toca al tema del presente libro, se reconoce tanto una influencia de la religión sobre la economía (estudiada en esta obra) como de la economía sobre la religión (estudiada por ejemplo por los marxistas).
Citas de la obra.
[...] los católicos participan también en menor proporción en las capas ilustradas del elemento trabajador de la moderna gran industria. Es un hecho conocido que la fábrica nutre las filas de sus trabajadores más preparados como elementos procedentes del pequeño taller, en el cual se forman profesionalmente, y del que se apartan una vez formados; pero esto se da en mucha mayor medida en el elemento protestante que en el católico, porque los católicos demuestran una inclinación mucho más fuerte a seguir en el oficio en el que suelen alcanzar el grado de maestros mientras que los protestantes se lanzan en un número mucho mayor a la fábrica, en la que escalan los puestos superiores del proletariado ilustrado y de la burocracia industrial.
Weber (1999:31)
Resumen del análisis[editar]
En suma, podemos sintetizar el análisis de Weber a este respecto en dos puntos[.
·         La adquisición del dinero es casi el valor supremo de la vida para el espíritu capitalista.
·         El ejercicio constante de una profesión —el trabajo— es una manera tan privilegiada para adquirir el dinero, que se presenta varias veces como fin, no como medio.
·         Racionalidad: Es el trabajo que busca las maneras más adecuadas para obtener la máxima cantidad de riqueza. Los protestantes, que son la mayoría de la población, «han mostrado singular tendencia hacia el racionalismo económico, tendencia que ni se daba ni se da entre lo católicos, en cualquier situación en que se encuentren.» Weber (1999:32)
·         La austeridad: Hace que se use mínimamente la riqueza acumulada. Aunada a las tres características precedentes, da lugar a una creciente acumulación de riqueza, o de capital por medio del ahorro.
·         La descripción de la ética protestante (en variante calvinista), con dos grandes características:
·         El ascetismo: «Y del mismo modo podría explicarse el fenómeno no menos frecuente y curioso [...] de que muchas casas parroquiales hayan sido el centro creador de empresas capitalistas de amplios vuelos, lo que podría interpretarse como una reacción ascética de la juventud. Pero esta reacción falla cuando se dan al propio tiempo, en una persona o colectividad, la virtud capitalista del sentido de los negocios y una forma de piedad intensa, que impregna y regula todos los actos de la vida; y esto no se da solo en casos aislados, sino que también precisamente constituye un signo característico de grupos enteros de las sectas e iglesias más importantes de protestantismo.» Weber (1999:36,36)
·         El enriquecimiento como señal de predestinación a la salvación eterna.
Parte I: El problema.
Sección 1. Confesión y estructura social.
Las estadísticas revelan que, tanto entre los capitalistas como entre los niveles superiores del personal subordinado, predominan siempre los protestantes por sobre los católicos (proporcionalmente, es decir, en relación a la cantidad de individuos que cada religión posee en una sociedad).5 Según las explicaciones "materialistas" (basadas en la economía), los grupos que ocupan las posiciones económicas dominantes en el capitalismo son aquellos provenientes de familias con un capital heredado, el cual se obtuvo a su vez a partir de una acumulación originaria que comprendió saqueos, despojos, confiscaciones, sometimiento de países extranjeros, etc.6 Que la posibilidad de la inversión económica presupone un capital acumulado suficiente para ello es efectivamente cierto. Y también es cierto, incluso, que el desarrollo capitalista ha sido en muchos lugares la causa de la conversión al protestantismo (con las consiguientes ventajas económicas obtenidas de ello).7
Pero ello no lo explica todo ni explica lo fundamental.8 En efecto, ¿por qué los países más económicamente desarrollados se convirtieron del catolicismo al protestantismo, es decir, no a una religión más laxa, sino a una cuyo peso en la reglamentación de la vida cotidiana es mucho mayor?9 ¿Cómo se explica, por otra parte, que los protestantes participen siempre más que los católicos de la educación superior; que, a diferencia de éstos, prefieran mucho más los estudios industriales, comerciales y técnicos a las humanidades; que los aprendices de oficios de religión protestante aspiren más a los puestos de obreros cualificados, mientras que los católicos permanecen como artesanos?10 ¿Es la sola existencia de capital acumulado la que genera de por sí al capitalismo? ¿No requeriría más bien, una actividad como la capitalista, cuyo afán del lucro por el lucro mismo no es nada evidente ni "natural", de una especial mentalidad que predisponga a ella?
Las anteriores objeciones bastan para mostrar que la explicación materialista es insuficiente. En este trabajo se investiga qué relación pueden guardar formas de religión como el protestantismo (a diferencia del catolicismo) con el espíritu y la actividad capitalista.11 Es falso que sólo el católico sea ascético, lo que lo llevaría a "alejarse del mundo", y que el protestante sea en cambio materialista y mundano, lo que lo impulsaría a incursionar más en la economía y buscar los placeres terrenales. Ambos, catolicisimo y protestantismo, son o pueden ser igualmente ascéticos y profundos amantes de lo religioso.12 De manera que habría que preguntarse qué relación puede haber entre el ascetismo religioso y la participación en la actividad capitalista, y asimismo qué diferencias hay al respecto entre el ascetismo protestante (en sus distintas variantes) y el católico.13
Sección 2. El "espíritu" del capitalismo.
El objeto de estudio de esta investigación será el "espíritu" (Geist) del capitalismo.14 Antes de explicar en qué consiste, Weber explicita su metodología. Si en el capítulo anterior se diferenciaba de Marx, ahora lo hace de Durkheim. Los objetos de estudio de la sociología son individualidades históricas y no pueden ser definidas según el método de género y especie, pues no se trata de reducirlas a conceptos abstractos sino de aprehender y comprender esa individualidad como tal.15 Que un objeto es una "individualidad histórica" quiere decir que es un conjunto de factores históricos individuales y reales que están relacionados entre sí. Ahora bien, esa multiplicidad de factores entrelazados requiere para su comprensión que sea abarcada bajo una unidad conceptual. Pero esa unidad no puede consistir en su reducción a abstracciones (con lo que se pierde la individualidad), sino en su estructuración bajo formas concretas. Y dicha unidad no puede tampoco ser hecha según una "naturaleza de las cosas" sino sólo según el punto de vista elegido para la investigación (el cual puede variar y dará como resultado consideraciones diferentes acerca de qué es lo "esencial" en lo estudiado). En este estudio el punto de vista para estudiar el espíritu del capitalismo es un punto de vista histórico, es decir, que se lo estudiará según su significación cultural, según ha sido causa influyente de la cultura material de los pueblos.16
Establecida la metodología, Weber procede a exponer el objeto de estudio. Ahora bien, de éste -el espíritu del capitalismo- sólo puede darse por el momento una idea provisional, mientras que la definición sólo podrá alcanzarse al final del trabajo.17 Esa "idea provisional" es expuesta mediante unos pasajes de Benjamin Franklin (proveniente de los Estados Unidos, «allí donde la fantasía de todo un pueblo está orientada a lo cuantitativo»18 ) quien escribe: «Piensa que el tiempo es dinero... Quien gana diez chelines al día y se va a pasear medio día... no debe calcular que sólo ha gastado eso sino que... ha derrochado otros cinco chelines [los que podría haber ganado si hubiese trabajado medio día]... Piensa que la confianza es dinero... Piensa que el dinero es fértil y se reproduce... Quien mata una moneda de cinco chelines [quien la gasta] mata todo aquello que podría haber producido con ella, columnas enteras de libras esterlinas... Las acciones más insignificantes deben ser tenidas en cuenta... Si tu acreedor oye tu voz en la taberna cuando debieras estar trabajando, te exigirá su dinero antes de que lo tengas... No consideres como propiedad tuya todo lo que posees ni vivas según ello... Quien gasta inútilmente un penique al día, gasta inútilmente seis libras al año, con las que se pueden obtener otras cien. Quien malgasta cada día un par de minutos, el tiempo equivalente al valor de un penique, pierde el privilegio de utilizar cien libras al año. Es como si los arrojara al mar 19
Lo que caracteriza la mentalidad de Franklin es que entiende la tarea de aumentar constantemente el patrimonio como un deber moral; no como un medio para obtener placer y disfrute, sino como un fin en sí mismo.20 Es decir que resulta, desde el punto de vista utilitario, una actividad irracional. ¿Y por qué lo hace? Franklin citaba a ese respecto el siguiente pasaje de la Biblia: «Si ves a un hombre solícito en su profesión, ése puede presentarse ante los reyes» (Proverbios, 22, 29). Es decir que una actividad por la cual se obtiene cada vez más dinero es vista como la expresión de la entrega total al trabajo sin el más mínimo derroche, lo cual es considerado como un deber revelado por Dios y como suma virtud religiosa.21 Tenemos aquí una "moral del deber profesional" que constituye el auténtico "espíritu del capitalismo". El capitalismo entonces toma su espíritu de fuera, de una mentalidad religiosa que surgió antes que él y a la que requirió como condición histórica necesaria para poder desarrollaese (aunque ahora necesite cada vez menos esa mentalidad y pueda ser indiferente o incluso oponerse a la religión).22Por eso, cuando se habla del espíritu del capitalismo debe entenderse, no una moral que él habría producido como efecto de su estructura material, sino una moral que, proveniente desde otros ámbitos, se adecuó luego a él mejor que en ninguna otra parte (pero que no necesariamente se unió a él en todas partes ni siempre lo generó donde no estaba).23
La novedad de este espíritu no es que incluye un instinto de codicia de que las anteriores sociedades carecieran. Codicia hay en todas las sociedades, y en el capitalismo no se trata precisamente de un instinto desenfrenado sino de cálculo.24 La verdadera novedad se comprende en la oposición que el espíritu del capitalismo tiene con el espíritu que llamaremos "tradicionalista" y con el que debió batallar duramente. Mientras que aquél consiste en vivir para trabajar, en éste se trata simplemente de trabajar para vivir. El obrero de mentalidad tradicionalista sólo quiere ganar lo suficiente para cubrir sus necesidades tradicionales, y si le aumentan la paga por cantidad de productos entregados no aumentará la producción para ganar más sino que aprovechará para trabajar menos tiempo.25 Es el exacto contrario a un Franklin. Ahora bien, al capitalista no le sirven obreros así: en la medida que requiere muchos que se cualifiquen, que utilicen con cuidado máquinas caras y sensibles, que puedan hacer trabajos que precisan mucha atención o iniciativa, para que lo hagan es necesario pagar salarios más altos y hallar gente dispuesta a tomar su trabajo como un deber concienzudo. Pero eso sólo funciona si el obrero ha reemplazado su mentalidad tradicionalista por una mentalidad capitalista.26 También, por supuesto, se requiere que el empresario mismo tenga esa mentalidad.27 De modo que allí se revela la importancia histórica fundamental de la religión en la génesis del capitalismo.28
Sección 3. El concepto de profesión de Lutero. Objeto de la investigación.
La profesión entendida como trabajo que es al mismo tiempo un deber moral al que nos ha llamado Dios tiene una palabra específica que la denomine sólo en las lenguas de las sociedades protestantes y en todas ellas.29 En alemán esa palabra es "Beruf" y proviene de las primeras traducciones protestantes de la Biblia (a partir de Lutero) según el espíritu de esos traductores y no del espíritu de la Biblia misma.30 En la Biblia simplemente se dice: «Mantente firme en tu trabajo» (ἐν τῷ ἔργῳ σου παλαιώθητι, Eclesiástico 11, 20), «Permanece en tu trabajo» (ἔμμενε τῷ πόνῳ σου, Eclesiástico 11, 21).31 Las palabras griegas ἔργον y πόνος eran traducidas antes de Lutero, no como "Beruf" (profesión) sino simplemente como "Werk" (trabajo), en acordancia con las mismas palabras griegas y con el espíritu del texto, los cuales quieren significar simplemente el trabajo cotidiano sin su connotación de cumplimiento de un deber moral que somos llamados a realizar. Esta connotación sí la tiene la palabra "Beruf", asociada etimológicamente a "Ruf" (llamada) y que se acerca a nuestro castellano "vocación". En la Biblia sí hay pasajes en que se habla de la llamada divina (a la salvación eterna), pero la palabra griega es una que efectivamente significa llamada o convocatoria (κλῆσις). Lutero también traduce "Beruf".32
Es entonces con Lutero y la Reforma que se establece la idea del trabajo como designio y convocatoria de Dios que debemos asumir como deber moral de elevado cumplimiento (es decir, del trabajo como profesión). El trabajo profano es concebido ahora como un acto de profunda significación religiosa.33 No hay una separación, como en el catolicismo, entre una moral mundana (cumplimiento de los mandamientos obligatorio para todos) y una moral ascético-monacal (cumplimiento de los "consejos" de pobreza, castidad y obediencia para quienes opten por ellos.)34 La moral es única y consiste en cumplir las obligaciones mundanas derivadas del trabajo que a cada uno le ha tocado según la jerarquía social querida por Dios, no en cumplir unos rituales monacales que no justifican ante Dios y que por rehuir del mundo demuestran egoísmo.35 Así, puesto que Dios quiere que el hombre ordene el mundo según sus mandatos para su propia glorificación, el deber del hombre está en el mundo, en permanecer en y cumplir con su trabajo, porque así manifiesta amor al prójimo y cumple con su llamado y su fin más elevado.36

Ahora bien, puesto que para Lutero es el solo cumplimiento del trabajo derivado del lugar que nos ha tocado el que es voluntad de Dios, entonces toda profesión es igual a otra y, mientras haya cumplimiento, no hay diferencia tampoco en cuanto a rendimiento.37 Por eso Lutero y el luteranismo, más en acuerdo con la Biblia, son de espíritu tradicionalista y no capitalista (según se definieron en la sección anterior). El lucro innecesario es reprobado y no visto como una prueba de un mejor cumplimiento del mandato divino relacionado con la profesión.38 Tampoco hay idea de acreditación de la fe (de que se adquiere la certeza de la fe y por ende de la salvación a través de ciertos signos reconocibles).39 Por eso, si se quiere investigar el origen del espíritu capitalista, habrá que seguir buscándolo en otras variantes del protestantismo, especialmente en el calvinismo, en donde se percibe una actitud ante el mundo y la vida muy diferente no sólo a la del catolicismo sino también a la del mismo luteranismo.40

sábado, 8 de noviembre de 2014

EL SILENCIO MEDIÁTICO Para Ali, este asunto se encuentra “silenciado” en los medios de comunicación occidentales por diversos motivos. Primero señala que hay “miedo” en los medios ante las represalias violentas o a que los mismos periodistas se transformen en un objetivo de grupos islámicos violentos.


El caso Ayaan Hirsi

Ayaan Hirsi Ali es una feminista y política holandesa que ocupó un escaño en el parlamento holandés del 2003 al 2006. Su crítica del Islam, religión que profesó en su juventud, la puso en el punto de mira de grupos terroristas y, como consecuencia de las amenazas de muerte recibidas, decidió emigrar y vivir fuera de Holanda.
En el artículo, Ali cuestiona la “visión positiva” que se da del mundo islámico en Occidente. Pone de ejemplo la cobertura realizada por los medios durante la primavera árabe, que finalmente ha alzado a grupos radicales a posiciones de poder en países como Egipto.
“Los cristianos están siendo asesinados en el mundo islámico a causa de su religión. Se trata de un genocidio al alza que debería provocar una alarma mundial”, expresa contundente. Para Ali hay una clara “persecución” a los cristianos en los países de mayoría musulmana que ni siquiera están respetando a sus compatriotas cristianos con un arraigo histórico.

EL SILENCIO MEDIÁTICO

Para Ali, este asunto se encuentra “silenciado” en los medios de comunicación occidentales por diversos motivos. Primero señala que hay “miedo” en los medios ante las represalias violentas o a que los mismos periodistas se transformen en un objetivo de grupos islámicos violentos.
Además, Ali denuncia la existencia de grupos de presión como la Organización de Cooperación Islámica, que describe como “una especie de Naciones Unidas del Islam centrada en Arabia Saudita”. La activista dice que estas organizaciones han conseguido tener un gran peso en la denuncia actual de “islamofobia”, cuando ésta “en realidad palidece ante la cristofobia sangrienta que actualmente se vive en países de mayoría musulmana desde un extremo del mundo al otro”.

Homosexualidad un mito con una triste realidad

El movimiento homosexual presenta una visión idílica y romántica de su estilo de vida, a la que fielmente hacen eco la industria del entretenimiento y la media de izquierda. Hollywood presenta a los homosexuales y lesbianas como jóvenes, de buena apariencia, saludables e irradiando felicidad. Asimismo, las parejas homosexuales son presentadas como románticas y exitosas.

a) La trágica realidad

La trágica verdad es que esta imagen romántica de “amor” homosexual contrasta con la realidad. Detrás del alegre barniz, el estilo de vida homosexual está lleno de violencia, infidelidad y trauma. Los hechos fríos y rudos prueban que el sentimentalismo erótico (y neurótico) entre personas del mismo sexo nada tiene del amor conyugal, que une a un hombre y a una mujer en el legítimo matrimonio tradicional contraído de acuerdo con el plan de Dios y la ley natural. Ninguna coreografía puede ocultar la verdad.

b) Una “monogamia” indeseada

Si la homosexualidad quiere ser aceptada como normal, necesita parecerse con la heterosexualidad. Por esta razón, el Movimiento Homosexual crea el mito de la “monogamia” homosexual [1] en el cual las “parejas” estables guardan una “fidelidad” semejante a la del verdadero matrimonio. Sin embargo, una relación basada en un sentimiento y una tendencia desviados no puede crear las condiciones para la fidelidad que se encuentran en el verdadero matrimonio monogámico. Las pocas parejas homosexuales que mantienen vínculos estables son excepcionales. Además, la estabilidad en el mundo homosexual no significa fidelidad. En realidad, el mito de la “monogamia” va en sentido contrario a la experiencia homosexual. En un estudio de jóvenes homosexuales holandeses, la Dra. Maria Xiridou, del Servicio Municipal de Salud de Amsterdam indicó que las relaciones duran una media de entre 1 y 1½ años. Ella también informó que cada homosexual tiene al mismo tiempo como promedio otras ocho parejas por año.[2]
La activista lesbiana Brenda Schumacher afirma que “no todas las lesbianas están interesadas en la monogamia o en la monogamia sucesiva.” [3]
El psicólogo Gerard van den Aardweg afirma: “La intranquilidad homosexual no puede ser apaciguada, mucho menos teniendo una pareja, porque estas personas son impelidas por un insaciable deseo de una inalcanzable imagen fantasiosa.” [4]

c) Haciendo que el Marqués de Sade “parezca una enfermera de la Cruz Roja”

Marshall Kirk y Hunter Madsen afirman: “Los hombres homosexuales tienden a traer a su relación una serie de conceptos erróneos, neurosis y expectativas irreales, y sobrecargan sus amoríos más allá del punto en que pueden manejarlos.” [5]
No podría ser de otro modo en una relación basada en una pasión antinatural y desordenada de la carne. Como San Pablo enseña: “Ahora la obra de la carne es obvia: inmoralidad, impureza, vida licenciosa, idolatría, brujería, odios, rivalidad, celos, explosiones de furia, actos de egoísmo, disensiones, discordias, ocasiones de envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes.” [6]
Kirk y Madsen dan una cierta visión de cómo las palabras de San Pablo se aplican al mundo homosexual: “El bar homosexual es la arena de competencia sexual que saca a la luz todo lo que es más repugnante en la naturaleza humana. Allí, despojados de la apariencia de sabiduría y euforia, los homosexuales se revelan como obstinados y egoístas predadores sexuales… y representan papeles de desdén y crueldad que hacen que el Conde de Sade parezca una enfermera de la Cruz Roja.” [7]

d) Un infierno de promiscuidad

La promiscuidad del estilo de vida homosexual bordea lo inimaginable. Todas las estadísticas, memorias y biografías homosexuales señalan la promiscuidad, con consecuencias abismales en materia de salud pública y social.[8]
Esto se debe a que los homosexuales simplemente no ven la promiscuidad como perjudicial. Como dice el escritor homosexual Lars Eighner: “No veo nada errado en la promiscuidad homosexual. Pienso que es uno de los aspectos más positivos de la vida gay que la gente de circunstancias muy diferentes puedan alcanzar intimidad muy rápidamente.” [9]
Thomas E. Schmidt, director del Westminster Institute, de Santa Bárbara [EE.UU], nota que “la promiscuidad entre hombres homosexuales no es un mero estereotipo, y no es sólo la experiencia mayoritaria – es virtualmente la única experiencia.” [10]
Los científicos sociales Robert T. Michael, John H. Gagnon, Edward O. Laumann y Gina Kolata realizaron una amplia encuesta sobre el comportamiento sexual norteamericano y publicaron su trabajo en 1994. Los autores comentan las investigaciones hechas por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en 1982, cuando el SIDA apareció, y concluyen: “Los hombres gay con SIDA entrevistados a comienzos de 1980 informaron que tenían como promedio 1.100 parejas en sus vidas y algunos habían tenido muchas más.” [11]

e) Tasas más altas de “violencia doméstica”

El estilo de vida homosexual es también caracterizado por tasas más altas de violencia doméstica.
Quizá influenciada por el enfoque de Hollywood, Kali Munro, psicoterapeuta de lesbianas, escribe: “Cuando oí hablar por primera vez acerca de la violencia en las relaciones entre lesbianas, me pareció difícil de creer. No calzaba con mi imagen idealizada de la comunidad lesbiana.” [12]
Numerosos autores documentan la violencia en parejas homosexuales y lesbianas.[13] Un estudio publicado en diciembre de 2002 en el American Journal of Public Health concluyó:
Las tasas de víctimas de agresiones entre hombres urbanos que mantienen relaciones sexuales con hombres, son substancialmente más altas que entre hombres heterosexuales y posiblemente mujeres heterosexuales. Se necesita hacer esfuerzos de salud pública dirigidos a la violencia íntima entre esos hombres.[14]

Mayor abuso de alcohol y drogas

También se informa de tasas más altas de abuso de alcohol y drogas. El Dr. Schmidt proporciona hallazgos significativos:
Un estudio de Boston encontró que por los años 1985-1988, 80 por ciento de 481 hombres homosexuales habían usado marihuana…60 por ciento cocaína, 30 por ciento anfetaminas y 20 por ciento LSD. Un estudio canadiense en 1988-1989 encontró que 76,3 por ciento de 612 hombres homosexuales consumían habitualmente alcohol, 32,2 por ciento tabaco, y 45,6 por ciento al menos una droga. Un estudio nacional de 1.924 mujeres homosexuales realizado en 1984 encontró que el 83 por ciento bebía regularmente alcohol…el 47 por ciento fumaba marihuana y el 30 por ciento fumaba regularmente tabaco. Cuando estos estudios consideran las conexiones [entre tales factores], muestran una correlación directa entre el número de parejas, el uso de droga y la probabilidad de sexo inseguro.[15]

f) SIDA y enfermedades sexualmente transmitidas

En Julio de 2002, la Asociación Médica de Gay y Lesbianas publicó un boletín sobre asuntos de salud especialmente dedicado a los homosexuales. En la publicación se observa:
Las enfermedades sexualmente transmitidas se producen en una alta tasa entre hombres gay sexualmente activos. Esto incluye infecciones EST que tienen tratamiento efectivo disponible (sífilis, gonorrea, clamide, parásito púbico y otras), y por otras para las cuales no hay cura disponible (HIV, Virus de Hepatitis A, B o C, Virus Papiloma Humano, etc.).[16]
Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el total estimado de casos de SIDA en adultos en Diciembre de 2002 era de 877.275. De este número, un total de 496.354 adultos, o 57 por ciento, murieron. El desglose de estos 877.275 casos por grupos de riesgo muestra que 420.790 casos, o 48 por ciento, resultan de contacto sexual entre hombres. Otros 59.719 casos, o 7 por ciento, resultan de una combinación de contactos entre hombres y uso de inyección de drogas.[17]
Considerando que los hombres homosexuales suman menos que el tres por ciento de la población masculina, la desproporción es impresionante. En su publicación “Una Mirada a la Epidemia HIV” el CDC afirma: “Por riesgo, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (MSM) representan la mayor proporción de nuevas infecciones.” El boletín también estima que el 60% de todas las nuevas infecciones con SIDA, cada año, resulta de contacto sexual de un hombre con otro.[18]

g) Luchando con el suicidio

La depresión grave, así como pensamientos e intentos suicidas son también más frecuentes entre los homosexuales, especialmente cuando son jóvenes, que en la población en general. Aparecen estudios, uno tras otro, con los mismos resultados en ese sentido.
En su estudio de 1997 de 750 hombres entre 18 y 27 años de edad, Christopher Bagley y Pierre Tremblay informaron:
Tasas significativamente más altas de ideas y acciones suicidas ya ocurridas fueron informadas por hombres de orientación homosexual, llegando a 62,5% los que intentaron suicidarse. Estos hallazgos, que indican que los hombres homosexuales y bisexuales están 13,9 veces más en riesgo de un intento serio de suicidio, son coherentes con conclusiones anteriores.[19]

h) Jugando con fuego

Estos hechos prueban que la analogía entre la unión homosexual y el matrimonio tradicional no tiene base. Tasas más altas de violencia, epidemias y suicidio indican un estilo de vida que pone a sus trágicas víctimas en alto riesgo. En realidad, quienes entran en este altamente promiscuo e intranquilo mundo están jugando con fuego.

[1] Desde una perspectiva etimológica, la palabra monogamia sólo puede ser usada para el verdadero matrimonio. (Del latin monogamia, del Griego, monogamos, monogamous, de mon- + gamos matrimonio, de gamein casarse.) Por esta razón, cuando nos referimos a las relaciones homosexuales, usamos comillas.
[2] Maria Xiridou, y otros., “The contribution of steady and casual partnerships to the incidence of HIV infection among homosexual men in Amsterdam,” SIDA, (2003) 17(7), p. 1031.[3] Rex Wockner, “Sex-Lib Activists Confront ‘Sex Panic,’” Pink Ink, Dec. 1997, Vol. 1, no. 3, www.khsnet.net/pinkink/vol1-3/sexlib.htm.[4] van den Aardweg, p. 62. (Destaques en el original.)
[5] Kirk and Madsen, p. 320. Observaciones similares han sido hechas por especialistas. Cf. van den Aardweg, pp. 53-57, y Joseph Nicolosi, Reparative Therapy of Male Homosexuality (Northvale, N.J.ew Jersey: Jason Aronson, Inc., 1997), pp. 109-123.
[6] Gal. 5:19-21.
[7] Kirk y Madsen, p. 313. El mal afamado Donatien Alphonse François, Conde de Sade, más conocido como el Marqués de Sade (1740-1814), fue un libertino impío cuyos escritos mezclan aberraciones sexuales con blasfemias y sacrilegios. Su práctica de torturar prostitutas para su propio placer sexual dio origen a la palabra sadismo.
[8] Cf. Alan P. Bell and Martin S. Weinberg, Homosexualities: A Study of Diversity Among Men and Women (New York: Simon & Shuster, 1978); “Resurgent Bacterial Sexually Transmitted Disease Among Men Who Have Sex With Men – King County, Washington, 1997-1999,” Morbidity and Mortality Weekly Report, Sept. 10, 1999, Vol. 48, no. 35, pp. 773-777.
[9] Lars Eighner, “Why I Write Gay Erotica,” www.io.com/~eighner/works/essays/why_i_write_gay_erotica.html.
[10] Thomas E. Schmidt, Straight & Narrow? Compassion & Clarity in the Homosexuality Debate (Downers Grove, Ill.: Inter Varsity Press, 1995), p. 108.
[11] Robert T. Michael, y otros., Sex in America: A Definitive Survey (Boston: Little, Brown and Co., 1994), p. 209.
[12] Kali Munro, “Talking About Lesbian Partner Abuse,” Siren, Oct./Nov. 1998, www.kalimunro.com/article_partnerabuse.html.
[13] Cf. www.lib.jjay.cuny.edu/research/DomesticViolence/v.html.
[14] Gregory L. Greenwood y otros., “Battering Victimization Among a Probability-Based Sample of Men Who Have Sex With Men,” in American Journal of Public Health, Dec. 2002, Vol. 92, no. 12, pp. 1964-1969.
[15] Schmidt, p. 111.
[16] “Ten Things Gay Men Should Discuss with Their Health Care Providers,” www.glma.org/news/releases/n02071710gaythings.html.
[17] Cf. www.cdc.gov/hiv/stats.htm.
[18] www.cdc.gov/nchstp/od/news/At-a-Glance.pdf
[19] Christopher Bagley y Pierre Tremblay, “Suicidal behaviors in homosexual and bisexual males,” Crisis (1997), Vol. 1, pp. 24-34. La cita está tomada del resumen hecho por los autores, y que está disponible en: www.virtualcity.com/youthsuicide/gbsuicide1.htm.